Qiübo, de la venta de café gourmét al servicio de delivery

El emprendimiento nació en la mente de Carlos Zelaya y su amigo Antonio de León en los meses de mayor confinamiento producto de la pandemia y cuando se necesitaba un servicio de entrega a domicilio eficiente y rápido que cumpliera con las expectativas de un emprendedor. Con unos pocos dólares y apenas cuatro clientes se lanzaron a las calles a repartir paquetes. Hoy ya poseen una lista de 28 emprendedores asociados, dos motocicletas y las ganas de seguir rodando y creciendo.

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Carlos Zelaya de 27 años vendía café gourmét con la marca TierraMia cuando la emergencia por la pandemia tocó tierra salvadoreña. El confinamiento golpeó su emprendimiento en el que ya llevaba poco más de dos años y también hizo tambalear su sueño de convertirse en empresario.

Años atrás Carlos había conocido a pequeños caficultores de la zona de Talnique en La Libertad que cultivaban un café de estricta altura, así que se asoció con Fátima Hernández y comenzó a vender café por libra en diferentes puntos del país y no fue hasta diciembre de 2019 que se decidió a emprender y formalizar del todo con el grano de oro, renunció a su puesto de gerente en un call center y apostó por el emprendimiento.

A punto de egresar de Ingeniería Industrial el joven quería tiempo para terminar su carrera y anhelaba tener un negocio propio, acaba de contraer matrimonio y junto a su esposa apostaron por TierraMia, metiéndole todos sus ahorros y trabajando duro en el posicionamiento de la marca.

Cuando el Ejecutivo cerró varios rubros de la economía, Carlos se enfrentó a una caída en sus ventas y como muchos, comenzó a vender en línea y buscar quién repartiera su producto, pero rápido vio deficiencias en los servicios a domicilio y decidió fundar por sí mismo su propio delivery.

Con siete años de experiencia en el servicio al cliente como gerente del call center, Carlos asegura que vio en las debilidades de la competencia una oportunidad de mejorar y crear un servicio orientado al sector emprendedor, sabía que al igual que él, había muchos emprendedores buscando un servicio confiable y responsable para hacer llegar el producto de ellos hasta la puerta de la casa del cliente.

Lo primero que hizo fue identificar la empresa con uniformes, logos y todo aquello que le diera seriedad y confianza. Su esposa y su sobrina que son diseñadoras gráficas, le apoyaron en estos pasos.

Vendió su vehículo y se compró uno de menor valor, invirtió junto a esto lo que le habían dado de indemnización para hacer posible la compra de una motocicleta, el casco, los uniformes y todo aquello que lo llevará a crear el emprendimiento al que bautizó como Qiübo.

Comenzó solo con cuatro clientes, pero cuando la demanda por el servicio comenzó a crecer, se incorporó su amigo Antonio De León, quien luego se hizo socio, incorporaron otra motocicleta para repartir de manera más rápida los productos y siguieron indagando entre los emprendedores para mejorar cada vez más el servicio que ofrecían.

Más tarde Carlos y su socio compraron el servicio de monitoreo de una empresa estadounidense que por medio de una aplicación permite a los emprendedores dar seguimiento a su paquete en tiempo real,  desde que sale de la oficina de despacho, que no es más que la casa de Carlos, hasta que llega a las manos del comprador.

Un largo camino por andar

Hoy los jóvenes ya cuentan con 28 emprendedores que son sus clientes, desde los que elaboran galletas, imprimen papel u objetos, venden medicamentos orgánicos, productos personalizados, productos tecnológicos y más, están por comprar otra motocicleta y siguen entusiastas en seguir creciendo.

La labor del joven emprendedor comienza un día antes de los repartos, a eso de las diez de la noche, hace el corte de los pedidos y traza la ruta, para dejar todo organizado y gestionado; misma que Antonio recibe a las 7:30 a.m. para iniciar los repartos.

Carlos se queda en la central, llamando uno a uno los clientes para confirmar el costo del paquete, la dirección y otros datos y permanece la mayor parte del día conectado a la aplicación de seguimiento y en contacto con Antonio, guiándolo en sus rutas.

Carlos asegura que hacen unas 15 a 22 entregas por día, por ahora solo en el área metropolitana de San Salvador, pero ya están trabajando para abrir en Santa Ana y San Miguel porque hay demanda por servicio a domicilio a nivel departamental, y quieren hacer posible que sus clientes actuales puedan hacer llegar sus productos a diferentes departamentos.

“Como la marca está orientada al sector emprendedor, sobre todo el que está en la fase inicial, hemos creado dos modalidades, una cuota de $2.50 fijos, a los lugares de mayor frecuencia en la zona metropolitana la única condición es que el emprendedor confirme la información de entrega con al menos un día de anticipación para organizar la ruta, y la otra modalidad es para emprendedores que quieren despachar en tiempo real, ahí la tarifa va de $2.75 hasta $3.25”, explicó el joven.

Carlos detalló que les falta mucho camino por andar y por aprender, pero le ponen todo el empeño al emprendimiento porque creen que hay mercado para avanzar y crecer. Se sienten motivados por crear una marca a favor de los emprendedores.

Además, más allá del servicio de reparto a domicilio, Carlos quiere crear una comunidad, en donde los emprendedores tengan accesos a ferias e inclusive puedan acudir a asesorías de profesionales del área contable, de importaciones y otros temas que les interesen y que les permitan a todos crecer, y  puedan así contar con el apoyo y las herramientas para evitar esas barreras por las que comúnmente el emprendedor pasa en el camino,  porque está convencido que los emprendedores son un “ecosistema con talentos, que solo necesita oportunidades para salir adelante”.